miércoles, 23 de marzo de 2016

Batalla del 30 de Marzo


La Batalla del 30 de marzo o Batalla de Santiago fue la segunda batalla posterior a la Guerra de la Independencia Dominicana y se libró el 30 de marzo de 1844, en Santiago. Una fuerza de algunas tropas dominicanas, una parte del ejército del norte, encabezada por el general José María Imbert, derrotó a un ejército superior en número de tropas del ejército haitiano encabezado por el general Jean-Louis Pierrot.

Historial


Después de haber sido derrotados en la Batalla del 19 de marzo, primera batalla después de la independencia dominicana, los haitianos volvieron a invadir la recién creada nación dominicana.
Antes de iniciar la batalla en Santiago, los dominicanos se aprestaron a realizar preparativos consistentes en obtener dinero para la compra de armas. Con la asistencia de Ramón Matías Mella y Pedro de Mena, se lograron donativos de muchas personas pudientes de Santo Domingo. En Santiago, personajes como Ciprián Mallol, Juan Luis Bidó, Ramón Bidó y otros dominicanos también se unieron a la causa.

Comenzaron a llegar refuerzos a Santiago desde Baní al mando del coronel Ramón Santana. El General Francisco Antonio Salcedo avanzó hasta Talanquera y Escalante con el propósito de contener el avance militar haitiano hacia Santiago. Este militar estableció su cuartel general en Escalante, cerca de Guayubín, Montecristi. Las tropas de Pierrot avanzaron rápidamente y éste tomó a Dajabón el 23 de marzo de 1844.

El 27 de marzo de 1844, el general y comandante de operaciones en Santiago, José María Imbert, fue llamado por la Junta de Gobierno dominicano con el propósito de que organizara el contrataque a los haitianos.

Imbert atrincheró la ciudad, construyó fosos y tomó precauciones importantes para ganar una batalla. Se hizo acompañar de los oficiales Pedro Eugenio Pelletier, Achille Michel, Ángel Reyes, Ramón Franco Bidó, José Nicolás Gómez, Fernando Valerio López, José M. López, Lorenzo Mieses, Dionisio Mieses, Toribio Ramírez, Marcos Trinidad López, entre otros.

El 27 de marzo, el general haitiano Pierrot dividió sus tropas. Se acercó a la ciudad de Santiago de los Caballeros con más de 2,000 soldados en cada columna. Antes del amanecer, las tropas invasoras se atrincheraron en Gurabito. Después de haber cruzado el río Yaque del Norte y de atrincherarse, el ala derecha se dirigió hacia el camino de La Herradura,y todos los haitianos el 30 de marzo, atacaron y fueron embestidos por el general José María Imbert en el fuerte "Dios, Patria y Libertad" frente a la sabana de Santiago de los Caballeros. Los haitianos contraatacaron y fueron rechazados por la artillería dominicana y la fusilería de Fernando Valerio. El ejército haitiano lanzó un ataque desesperado y fue vencido con los cañones del fuerte "Dios, Patria y Libertad" y por la infantería de Fernando Valerio López. El ejército de Jean-Louis Pierrot se vio obligado a retroceder, dándole la victoria al ejército dominicano liderado por José María Imbert.


Importancia histórica de la Batalla del 30 de marzo


El triunfo de la batalla de Santiago hizo crecer el patriotismo y la fe en los destinos de la Nación recién liberada.

Constituyó una de las batallas decisivas para consolidar la Independencia Nacional y la República, porque si ese gran ejército no hubiera sido detenido, “la ciudad hubiera sido saqueada y quemada por Pierrot, hubiera tenido una trascendencia tan funesta y trágica, que aún hoy fuéramos…posiblemente haitianos”(Priego, ob. Cit., pág.156)

Hay que resaltar también que el ejército haitiano, aunque estaba bien armado no tenía ese fervor, ni estímulo de lucha que demostraban los dominicanos. Sólo obedecían órdenes de sus gobiernos, quienes obsesionados por la unificación de la isla, los hacían salir de su patria en contra de su voluntad. Por eso perdían una y otra vez, no porque les faltara coraje, además la situación política en Haití era muy inestable, el régimen de Charles Hérard estaba al borde de desaparecer, lo que tenía a Pierrot muy exaltado, por sus desmedidas ambiciones de poder.

Una, otra y tantas veces las huestes haitiana se hicieron presente en el territorio dominicano, tratando infructuosamente de unificar nuevamente la isla para imponer sus leyes, su religión, su lengua, su costumbre, en fin su cultura. También para compartir el pago de sus acreencias, entre otros objetivos. Una y otra vez el pueblo le dijo que No. Pero su legión no ha dejado de estar entre nosotros, mediante la neo-invasión, o sea invasión pacífica. Ellos están aquí con nosotros, compartiendo nuestras penas y alegrías, nuestras fiestas, nuestro carnaval, nuestros empleos, nuestro suelo.


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